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jueves, 15 de agosto de 2013

La vida tiene fórmulas, pero no tiene fórmulas (por qué estudio la maestría)

En un esfuerzo por bloguear diariamente el día de hoy (que no sé si mañana cumpliré), me pongo a pensar en todo lo que he pasado últimamente a nivel personal.

Nunca he sido alguien de convicciones fuertes o que tenga una ideología inamovible; normalmente suelo poner en duda mis propios pensamientos cuando alguien expresa una opinión contraria; ¿Y si tiene razón? me pregunto. A veces no es tan intenso, pero otras veces, las menos, lo es. 

Esto aunque generalmente no me dejo llevar tanto por lo que me dicen que debería hacer. Y digo "tanto" porque de todas maneras hay cierta influencia de las personas en mi vida. 

He conocido gente de diversas maneras de pensar a lo largo de mi existencia, y como a veces pienso, todo mundo sabe mejor que uno mismo qué es lo que a uno mismo le conviene, o al menos es la imagen que dan. "Si fuera tú haría esto", "si fuera tú, me compraría aquello". "No, yo lo intenté una vez y no me sirvió". "Sí, definitivamente eso funciona, yo lo hice y ¡UUUF!, me fue bastante bien". "En ese trabajo gané mucho en poquísimo tiempo". 

Y a veces me pasa a mí, cuando pienso que fulanito o sutanita deberían vivir su vida de tal o cual forma. Pero cuando se trata de mí mismo, es más difícil decidir, como decía Felipe el de Mafalda en una tira, cuando pidió consejo a sus amigos:

"Al final no supe qué haría YO que YO si en mi lugar YO fuera YO".

Hace casi un año entré a trabajar a un lugar del cual no me quiero acordar, donde duré a lo mucho dos meses por la naturaleza de la empresa y porque ni ellos sabían donde ponerme aparte de "milusos". Una de las decisiones que tomé fue irme de ahí aparte de que para aquello para lo que me habían contratado ya estaba hecho. No tomé mucho consejo al respecto, porque pensé que sería, en parte, bueno tomar una decisión YO y cometer MIS errores. Por supuesto que después las opiniones comenzaron a llover "no te hubieras salido, mal que bien estabas aprendiendo"; "mejor regresa y pide otra oportunidad, porque la situación está cañona"; "hiciste bien, ahí no tenías futuro"; en fin, tanto a favor como en contra. 

En mi período de desempleo, y con la desesperación que conlleva en parte (no mucha pero sí un poco de presión por haber sentido lo que era ganar aunque sea una bicoca y después no ganar nada) pensé que quizás los demás tenían razón en cuanto a que no debí haber dejado ese empleo. A pesar de eso seguí buscando, y a la fecha no sé si fue un error o un acierto, pues jamás regresé ahí. 

Poco después encontré trabajo, en el cual estoy a 3 meses de cumplir el año. En mi período de adaptación me dí cuenta que es un empleo en el cual me da tiempo de hacer ciertas cosas, ya que hay períodos muertos. En teoría tengo horario, pero en la práctica no es tan estricto. Sigo cometiendo errores en cuanto a la adaptación a lo que gano y lo que gasto en el mes, a que no es un trabajo 100% seguro pues ni seguridad social tengo, pero han sido experiencias que me han hecho sentirme un poco más suelto en cuanto a tomar riesgos.


Y uno de ellos es precisamente, que recién entrado a este trabajo, surgió la convocatoria de ingreso a la maestría de la UNAM, mi Alma Mater. Indeciso, pero animado porque otros compañeros del trabajo tambien le entraron, pues los seguí. No estaba muy convencido (y quizás no lo siga mucho que digamos, al menos no aún). Ahí sí que fui un "imitamonos" un poco porque quizás me dejé llevar por "ellos van a estudiar la maestría, pues yo también." No lo hice tanto por que en realidad quisiera estudiar un posgrado, ¡ni siquiera lo pensaba! Además del miedo de que no pudiera organizarme en tiempos y en mis dineros.

Entré al proceso de selección para el curso propedéutico previo a la maestría; pasamos solo 2 ahí. No tenía mucha fe en ninguno de los procesos, de quedarme. Pasó el propedéutico y me quedé solo yo de mi grupo de compañeros de trabajo. Un poco de "culpa del sobreviviente" me invadió. Incluso cuando fue el proceso de inscripción formal, a pesar de tener todos los requisitos, temí que me fueran a rechazar porque me faltara algún papel o cualificación.

Llevo semana y media en la maestría. Y esto ha sido de una cadena de eventos que se desencadenaron desde el año pasado. Eventos en los cuales a veces tomé consejo y a veces no, a veces dejé que la opinión de los demás me influenciara y en otras no. Como mi jefe anterior "primero hágase arquitecto y ya después estudie una maestría, que ahorita no es nada". Cabe mencionar que él no tiene estudios de posgrado, a pesar de ello tiene una empresa. Eso lo tuve en algunos momentos en mi cabeza, puesto que no sé qué es un arquitecto. Pero honestamente creo que ningún arquitecto lo sabe. Porque si uno les pregunta, todos salen con una respuesta distinta. No hay consenso. Entonces, mejor ni me preocupo.

Volviendo al tema central de esta entrada, muchas veces uno cree que existen fórmulas para vivir la vida, y no cometer errores. Jugar a lo seguro. La familia te bombardea a veces con ello, no movidos por la experiencia, sino por el miedo o porque a ellos no les funcionó. Como decía, en este proceso a veces seguí consejos, a veces no, pero lo único constante fue que en todo momento aunque no me dí cuenta, yo fui quien decidió y puso en marcha las cosas para que, mal o bien, se dieran. 

No sé si esto es un error o un acierto. Aun no soy alguien que sepa distinguir cuando tomar un consejo o cuando no. 

Estudiar una maestría, ¿para qué? En un mundo donde gente con doctorado no puede encontrar empleo, a veces, ¿para qué?. Aun me lo pregunto. Aun me estoy organizando en tiempos para equilibrar trabajo y estudios. Afortunadamente son casi siempre después del trabajo, en la "nocturna". 

Desde hace años ya no me hago ilusiones de nada, no que sea algo malo. Desde hace algunos años si hago algo, lo hago sin esperar que se me cumpla al 100%. Nunca esperé terminar una licenciatura. Tampoco me visualizo terminando la maestría, en mi examen de grado ni nada. Simplemente lo haré. No sé qué va a pasar.

En las pocas clases que llevo, eso sí, en cuanto a mi campo de interés de investigación se me ha abierto un panorama un poquito más amplio. Solo un poquito. No espero que con la maestría vaya a ganar las toneladas de dinero. No creo que vaya a suceder. Entonces no lo hago por dinero.

Tambien pienso algo que me he formado en mi cabeza desde hace poco. Quizás una persona que no tiene ni la primaria sabe hacer millones. Maneja un negocio. Y se da la buena vida, de acuerdo a los estándares esterotipados que se tienen: compra coches, casas, joyas, su televisionsota, tiene una o varias mujeres hermosísimas, y claro, contrata a tipos que tienen licenciatura para que le diseñen su casa, o le lleven las cuentas. Suena bien, ¿no?.  Hasta yo quisiera estar así. Pero al menos a mí no sé, me daría cosa, despues de tener todo eso, ¿y qué más hay? Supongo que una persona así viajaría. Pero como su interés no es la educación, quizás no iría a lugares donde no hablen su idioma, y si lo hace, sería con guía, si es que le interesa ¿pa qué querría ir a ver pinchis piedras a Egipto? O a lo mejor solo iría a las playas. Su vida, a grandes rasgos. Y más allá de eso, ¿qué hay?...para averiguar eso y tener el interés por ello en parte se necesita dinero, pero también una cierta manera de pensar.

En nuestras sociedades es más respetado un artista de la tele o un comediante que una persona con un grado de estudios. Al menos en lo general, porque dentro de los círculos de la disciplina pues más o menos. Así que tampoco lo hago por prestigio.

¿Por adquirir conocimientos? Podría mejor ponerme a leer toneladas de libros y de sitios web, y así memorizaría muchas cosas, o hacerlas de manera autodidacta. Pero siento que no está mal tener una guía de la cual tampoco pienso tomar todos sus consejos. A veces sí, y a veces no.

¿Entonces por qué? Porque ya estoy adentro. Y si ya estoy adentro, qué mejor que aprovecharlo. Y porque puedo. Y porque, al menos el día de hoy (no sé mañana, como diría la canción), quiero.

Hay fórmulas porque todos decimos qué le conviene a quién para su propia vida. Pero no hay fórmulas porque no son cosas 100% probadas. Cosas que nos vayan a funcionar a todos. Quizás son solo una guía muy general para hacernos ilusiones de que tenemos un mapa y no estamos a la deriva, y que creemos que entendemos cómo funciona ese gran misterio llamado humanidad.

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