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jueves, 19 de marzo de 2009

Dos metros

Dos, la entrada numero dos del tema.

La vida de prisa, cual hormigero, cual termitero o cual colmena, solo que en vez de acción cooperativa es acción gandalla, de llegar primero a la puerta. Me da risa el letrero al que nadie hace caso, "antes de entrar, permita salir", puesto que no sucede ni siquiera lo contrario...ambos flujos chocan entre sí. No me importa si vas a entrar, o si para poder entrar necesito que tú que vas a salir me hagas un lugarcito. Me importa mi destino, mi camino, tú me vales. Tal pareciera ser la afirmación de todos los usuarios.

Rostros que no te miran. Y si te miran, y quizás no te des cuenta, sea por alguna enigmática razón...o porque quieren robarte. Rostros que no devuelven una sonrisa lanzada hacia ellos. Todos vamos de prisa, hacia direcciones predefinidas. Nadie hace poesía como Jodorowsky cuando quiso caminar en línea recta por su cuidad, sin desviarse del camino. Aquí, imposible.

Múltiples historias se tejen. Muchas escenas te aguardan. Los presurosos que van a algún lugar porque ya no trabajan para vivir sino viven para trabajar. Las parejitas que se olvidan de lo externo a ellos, de la gente que pasa a su lado, de los paneles en los andenes, de la estela que deja el metro cuando llega o se va a toda velocidad. Pequeños espacios virtuales dentro de uno más grande. El absurdo de el policía comprando mercancía pirata a un "vagonero", dentro de las instalaciones. Subo a un flamante NM-02, de suave desplazamiento y lineal vista dentro de él. Puedo ver sus entrañas de un extremo a otro, desde dentro...siempre y cuando ese largo y monótono pasillo no esté abarrotado y mis ojos no puedan penetrar a través de esas carnes, de esa tela utilizada para hacer ropa.

El tren que abordo es emoción...temo la oleada que entrará por la puerta, estación de correspondencia siempre atascada. ¿Hasta donde me van a empujar? Volteo y veo caras preocupadas como diciendo "en la que sigue bajo, y a ver cómo le hago porque cuando baja uno suben 10...ya me quedé atrapado" e intento dejar pasar, contribuyendo con algo, por lo menos, para atenuar la angustia del que se quedó entre cuerpos indiferentes que difícilmente lo dejarán pasar.

Los comerciantes no desperdician espacios...¡ni los oscuros túneles les impiden colocar publicidad en ellos! cuando de repente el oscuro túnel se inunda con luz no apta para nuestros ojos de topos...luz natural, horrible luz natural distinta a nuestra linda luz artificial que gasta más nuestros ojos. Sigo viendo a la puerta preocupado por quienes van a entrar, pero oh sorpresa! siento que me empujan del lado contrario! claro...señor usuario, en estas estaciones la salida es a la izquierda. Cambio mi idea del espacio que vivo en ese momento. Volteo mi cuerpo para adaptarme a la nueva situación. Ahora me preocupo de la entrada masiva desde otro lado, qué divertido!

¿Paso desapercibido? En ese marasmo quizás, pero me siento un poquito más importante cuando, de una parejita cercana, el chavo comenta con su novia sobre lo que traigo bajo el brazo, "ira, es el virgo de los caballeros del zodiaco...abre los ojos y hace una explosión acá bien chingona" y pasa mi gloria momentánea.

Me apaño el rinconcito de la puerta, protección momentánea, seguridad para recargarme aunque me acuerdo de mis pesadillas, cuando, estando en marcha, se abren las puertas de los trenes. Procuro no recargarme demasiado.

La voz gangosa en la bocina dice el nombre de la siguiente estación mientras pierdo la oportunidad de tener los más grandes "epsitos" de Rocío Dúrcal en formato normal, calado y garantizado. Pero no me pierdo de la oportunidad de tener una bonita y útil lamparita de dinamo, de "produttos de alta calidá".

Tomo confianza con la puerta sobre la que voy recargado. Me recargo olvidándome de mi pesadilla, cuando recuerdo que podría cumplirse en la siguiente estación, por lo menos caer de espaldas sobre el andén...en Tasqueña, señor usuario, la salida es a la derecha. Vuelvo a girar sobre mi eje, y salgo al ritmo de la alarma de la estación, que suena para disuadir a cualquiera de permanecer en el tren...alarma que suena como aquella música de fondo de esa escena snuff de bajo presupuesto que ví hace poco...en crescendo y decrescendo...

Parece que salí a otro mundo y ahora, desde el puente, me parece distinta a las otras terminales de metro que conozco, que me parecen agrestes y peligrosas...Tasqueña está al sur, y por alguna razón, en toda mi vida, siempre he vivido al sur de algo...en la zona sur de la ciudad, del pueblo, del estado...no tengo título de propiedad pero siento que son "mis dominios".

Y cuando salgo y estoy en otro transporte...se me olvida el metro. Ya no existe. Desapareció unos kilómetros atrás. Volverá a aparecer mágicamente cuando necesite viajar en él.

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