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jueves, 19 de septiembre de 2013

Un clásico: El gallo Tito

Me ha estado rondando por la cabeza un chiste del que me acuerdo mucho, y es uno de mis favoritos, pues la primera vez que lo leí me hizo reir como no tienen idea.

Lo voy a contar como me lo sé, ya que en muchos otros sitios aparece copiado y pegado tantas veces, hasta con las mismas faltas de ortografía.

Había una vez un señor que tenía un gallinero enorme; una de sus fuentes de ingreso era precisamente vender huevos y pollo en pie, pero un día, su gallo estrella, o más bien, el único que tenía, se le murió.

Desesperado, se fue al pueblo más cercano al negocio de un tipo que vendía gallos de todo tipo: de pelea, de cría, de ornato, etc, etc. Le expuso su problema, y el vendedor inmediatamente sacó una caja de madera que venía de Europa, la abrió, y dentro, había un gallo enorme, pechugón, con botas negras, chamarra de cuero, cadenas y lleno de tatuajes.



-Este gallo es todo un garañón, es el Hooligan, va a ver cómo sus gallinas van a estar pone y pone.

Total, que el granjero se lo lleva, y al soltarlo en el gallinero, el Hooligan va y pisa a una, dos gallinas, tres, pero a la cuarta, se fatiga y ya no puede ni caminar.

-¡Me vio la cara de wey el vendedor! Ahorita mismo le llevo a su pinchi "Hooligan" pa que vea que no sirve pa ni maiz.

Total, que lo regresa, bien enojado, y el vendedor visiblemente apenado saca una transportadora de plástico, la abre, y dentro un gallo bien mamey, con shorts, la cresta peinada para atrás y tenis Nike.

-Este es el Nico, va a ver cómo no le falla.

Entonces el granjero repite la operación, se lo lleva y lo suelta en el gallinero; el Nico se pisa como a 20 gallinas, pero cuando va con la #21 le da un infarto y se muere.

-¡Chingá, otra vez! Pero va a ver ese méndigo vendedor, me las va a pagar.

Total que otra vez lleva al gallo "defectuoso" con el vendedor, y lo amenaza hasta con cerrarle el changarro. El vendedor, desesperado, saca una caja de cartón, la abre, y adentro hay un gallo flaco, prieto, desplumado, que usa huaraches de suela de llanta.



-Híjole jefe, pos me va a disculpar pero nomás me queda este gallito que ya hasta lo íbamos a hacer en caldo pa' ver si le salía algo. Se llama Tito, y pues con la pena, pero tenga, también le devuelvo la mitad de su dinero.

Total que el granjero regresa a su rancho, y, sin muchas esperanzas, abre la caja de cartón; el Tito, de tener un semblante enfermo y anémico, se pone todo loco y empieza a corretear a las gallinas, pisando a las 200 que había, y no conforme, agarra y les da una segunda vuelta, se va con las guajolotas, y cuando se le va a echar encima al perro, el ranchero lo pepena del pescuezo y lo mete en una jaula.

-¡N'hombre, qué bueno me salió el Tito! Por fín, un gallo bueno, chingá, ora hasta le voy a dar bien de comer pa' que se nutra, porque si así flaco y ñango hace lo que hace, bien alimentado, no pos...

Al otro día, le vuelve a abrir la jaula al Tito, quien de nuevo se lanza al gallinero, y no solo da 2, sino hasta 3 vueltas con las gallinas. Se va otra vez con las guajolotas, las patas, hasta con las vacas, vaya, y es cuando el dueño lo jala de una pata, le da dos fregadazos y lo encierra de nuevo en la jaula.

Contento, el ranchero se va a dormir, y al otro día cuando va a sacar al Tito para que siga con su "trabajo", encuentra que el gallito rompió quién sabe cómo la jaula; en el gallinero, todas las gallinas con las patas arriba, todas cansadas, las vacas también, el perro caminando raro; el ranchero monta su caballo (también "pisado" por Tito), y sigue el rastro de destrucción: un conejo poniéndose crema, un burro llorando,  una víbora usada como condón, hasta que, unos kilómetros adelante, ve al Tito en el suelo, tirado, como sin vida.

El ranchero se baja desesperado del caballo, corriendo, y con lágrimas en los ojos. En el cielo, dos zopilotes negros vuelan en círculo alrededor del Tito. El ranchero llega al gallito, y sosteniéndolo tiérnamente, le llora:

-¡Tito, Tito! ¿Por qué tenías qué ser tan macho? Mira nomás, de tan bueno que hasta te morites, por fín había encontrado un super gallo y te vienes a morir, ¿por qué Dios mío, por quéee?

Y en medio de esa escenita, el Tito abre un ojo y le señala al granjero los zopilotes, y le dice en voz baja:

-¡Ya wey, no mames, cállate que me vas a espantar a esas dos negrotas de allá arriba!

Que la Gorda los acompañe...

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