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viernes, 21 de marzo de 2014

Aelita, reina de Marte

No, el blog no está muerto, es sólo que no había podido entrar a escribir nada por cuestiones de tiempo. Pero no lo abandono, por supuesto.

Hace algunos ayeres escribí un par de entradas con respecto a Marte, el planeta rojo, y el por qué la humanidad en general ya no está interesada, como fenómeno mediático, en dicho astro. Aquí los links por si les interesa:



Y en una de esas entradas menciono lo que trataré en ésta, una película de estética constructivista hecha en 1924 en la casi recién instaurada Unión Soviética.
Constructivismo de Malevich

Contextualizando un poco, he de decir que en esta época posterior a la Revolución Bolchevique, el régimen dio mucha libertad creativa a los artistas de las diferentes ramas de toda disciplina u oficio relacionado: la experimentación con nuevas formas, estética y expresiones era muy bien vista, porque se trataba de construir una nueva nación, supuestamente libre de toda atadura con el pasado, es decir, libre de toda forma de represión como la que había en la Rusia zarista. Es por eso que en esa época surgieron trabajos tan de culto y tan referenciados como los de Sergei Eisenstein, tales como el Acorazado Potemkin y la inconclusa obra ¡Viva México!, ambas poseedoras de lenguaje visual cinematográfico nunca antes visto, así como las obras de artistas constructivistas (el juego con las formas geométricas básicas, así como su deconstrucción y reacomodo), tales como Malevich, cuyo arte no respondía explícitamente a ninguna ideología en particular. 

Lo anterior se acabaría con Super Mario, quiero decir, Stalin, quien les dejó sólo dos opciones a los artistas: o enfocaban su arte al "socialismo real", es decir, a hacer esculturas de Lenin, Stalin y aquellas que metafóricamente hablaran de la ideología del régimen y de lo "bien que estaban", además de carteles de propaganda, pinturas, etc; o dejar de producir arte, ya que aquello que se impulsó y celebró tanto antes de Stalin era ahora considerado "reaccionario" y "burgués", sin olvidar "subversivo".

Aelita: Reina de Marte, en su tiempo fue muy celebrada. Pero bajo el gobierno del "camarada" Stalin, cayó de la gloria y era raramente mostrada, cosa que cambiaría al final de la Guerra Fría y con el colapso de la URSS.

La película, en resumen, habla de la situación post-revolucionaria, por un lado: la reubicación masiva de personas y el racionamiento. En todo este borlote se encuentra Losi, un ingeniero recién casado con Natasha, una empleada de la oficina que se encarga de reubicar a los refugiados. 

¡SPOILERS!

Losi sueña con el vuelo espacial, en particular a Marte. En una de sus fantasías, estaciones de radio reciben un mensaje muy extraño, sin sentido, de tres palabras, proveniente del planeta rojo. Nadie hace caso, excepto Losi y un colega suyo, con quien comparte casa. Losi busca, como hobby, una forma de energía que permita hacer que un cohete supere la atracción terrestre.

Unos taka taka recibiendo la señal extraña

Mientras, en el planeta rojo, la soberana Aelita descubre que Gor, uno de sus científicos, ha hecho una máquina para ver la vida en la Tierra. Aelita tiene prohibido usarla, pero Gor, seducido por ésta, le permite observar lo que hacen en nuestro mundo. Impresionada por la actividad humana, y por un beso que observa entre Losi y Natasha, la reina de Marte queda enamorada no solamente de nuestro planeta, sino también del joven ingeniero soviético.

Aelita y Gor

En la Tierra, Natasha recibe a una pareja que casualmente será reubicada en la casa donde viven ella, Losi y el colega de éste. Son un par de vividores, el hombre le da un papel con una dedicatoria amorosa a Natasha, y una vez en la casa, junto con su mujer, no se presentan como esposos, sino como hermanos, ya que el plan consiste en que la esposa seduzca al colega de Losi para poder acceder al dinero y joyas que éste aún guarda, remanentes del viejo régimen.

Por órdenes del gobierno, el laboratorio de Losi debe ser desocupado para albergar a la pareja de "hermanos", y el ingeniero pierde la oportunidad de seguir experimentando con sus medios de propulsión espacial. Así mismo, Erlich, el sujeto vividor parece llevarse muy bien con Natasha, generando celos en Losi, más cuando encuentra el papel que éste le dio a Natasha en la oficina. Erlich consigue trabajo como administrador de raciones, robando mercancía para su propio uso, por ejemplo, chocolates, para seducir a Natasha, mientras, su esposa sigue seduciendo (y desplumando) al colega de Losi.

El joven ingeniero, entristecido por los celos, recibe una comisión de trabajo fuera de Moscú. Se va, triste, ya que su esposa no parece poner límites a los intentos de seducción de Erlich; la chica queda devastada.

Durante su comisión externa, Losi recibe una carta de su colega, quien ha desertado de la URSS, para siempre. Al regresar, decide comprar flores para Natasha, pero, al entrar a la casa, ve a dos sombras besándose, una es claramente de Erlich, la otra parece de Natasha. Cuando ésta baja de las escaleras, Losi le dispara, harto del supuesto engaño.

Huye, y se disfraza de su colega desertor. Kravstov, un detective aficionado bastante inepto, lo sigue, y descubre que él fue el asesino. Losi, junto con Gusev, un amigo que fue soldado, terminan la construcción de su cohete espacial, que parte al planeta rojo con Kravstov de polizón. Antes de descender en Marte, los habitantes del planeta detectan el cohete, y pretenden interceptarlo, pero Ihoshka, la sirviente de Aelita, se adelanta y guía a los tres hombres hasta la reina. Kravstov insiste en arrestar a Losi, Gusev seduce a Ihoshka, y Losi hace lo suyo con Aelita, a quien por momentos ve como Natasha. Gusev lidera una revuelta de los obreros marcianos en contra del verdadero gobierno de Marte, los Ancianos, ya que Aelita sólo es una figura decorativa. La rebelión es todo un éxito, pero Aelita decide que los esclavos deben volver a trabajar para ella en las mismas condiciones en las que estaban. Losi se da cuenta que la reina solamente apoyó la revolución para poder gobernar plenamente, y la mata.


De repente, Losi comienza a escuchar el mensaje misterioso nuevamente, y cae en la cuenta de que son marcas de llantas. Despierta, y está en la estación del tren, a punto de huir, acompañado de Gusev y su esposa. Es justo después de cuando le disparó a Natasha. Corre a la casa, para entregarse y responder por el asesinato, pero encuentra a Natasha viva: falló el tiro. Descubre que las sombras en la escalera eran Erlich con su esposa, y que Natasha jamás lo engañó. Se reconcilian, y tantan.

TERMINAN SPOILERS.

Pareciera una peli, al principio, pro-revolucionaria, pero es más bien una crítica hacia los defectos de la revolución: la suplantación de un régimen totalitario por otro, pero con diferentes nombres, la presencia de intereses egoístas, la burocracia ineficiente y ladrona (Erlich), etc.

Las escenas que representan la vida en Moscú son los tradicionales que vemos en pelis de la época, es decir, señores con gorros chistosos, señoras rusas con babushka en la cabeza, nieve, y más nieve. Pero aquellas que representan el palacio y la ciudad de Marte, son dignas de admiración: geometría no-terrestre, una estética bastante bien cuidada, incluso los vestuarios de los marcianos bien podrían reutilizarse en una película de ciencia ficción contemporánea, y seguirían luciendo alienígenas. A algunos cinéfilos esto podrá recordarles Metrópolis, de Fritz Lang, aunque recordemos que Aelita fue hecha 3 años antes que Metrópolis, por lo tanto, pudo haber sido una influencia para la estética de esta última.

Muy recomendable. Acá está en YouTube, antes de que la borren, véanla, una, dos o tres veces, bájenla. Una verdadera joya del cine mudo, y del cine en general.



Que la Gorda los acompañe...

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